Tecpancatlzin (Hombre de Barro), quien procedía de una línea de sacerdotes del templo de Tajin-Aktsini, ya no eran reconocido como tales desde hacía cinco generaciones, pero seguían heredando las costumbres y por ser de la línea de sacerdotes sus padres decidieron irse a otro lugar asi que desde pequeño se lo habían llevado a la costa, nació al pie del Citlaltépetl (La montaña de la estrella), y fue llevado a la Villa Rica de la Vera Cruz, se había convertido en un campesino.
Batallando desde muy joven logro juntar un dinero, trabajando duro y vendiendo unos animales que le dejaron sus padres, para poder rentar una parcela que le pertenecían a un hacendado, Don Gustavo Barca y de la Vega; mas, como se estaba acostumbrado en esos tiempos del año de nuestro señor de 1699, siempre le quitaba casi toda la cosecha, por lo que siempre estaba al día, ese año su hijo Francisco de 7 años, se había estado enfermando en varias ocasiones, hablando con Don Gustavo, para que le permitiera tener más de la cosecha, este se había negado, respondiéndole:
“eso os pasa por traer niños al mundo, ese no es mi problema y si no me entregais lo que es, os mando echar a patadas de mis tierras, hay muchos indios que quieren esas tierras así que vos sabeis, yo no batallare y menos por alguien como vos”.
Tecpancatlzin y su familia vivían en las afueras de la Villa Rica de la Vera Cruz, eran de sangre Totonaca, creía en los curanderos que habían sanado a su familia por generaciones.
Por lo que él, apelando a sus costumbres indígenas y tradicionales de la época, había llevado al niño en varias ocasiones con chamanes y curanderos de los alrededores los que no habían podido curarlo, solo paliar los malestares con yerbas y pociones típicas de ellos, en ese tiempo, después de varios días viendo a su hijo enfermo no se decidía a llevarle con el médico que acababa de llegar a la villa, decían que llego de España y que tenía medicinas que podrían curar a su hijo, pero no había ido con él porque sus tradiciones solo aceptaban a los curanderos de su cultura.
Esa tarde-noche, al ver que el pequeño Francisco acababa de tener una crisis; Tepa, se quedó viendo la lluvia que caía desde poco después de medio día por la ventana de su choza, preocupado por su hijo, salió al tejaban de palma de afuera de su casa y sentándose, cerro sus ojos elevando plegarias según sus enseñanzas ancestrales hacia el gran dios Tajin-Aktsini, (de quien sus ancestros fueron sacerdotes por generaciones) para que el niño mejorara:
“Gran padre de los Huracanes y el relámpago, Tajin-Aktsini, sé que no he seguido las tradiciones completas, sé que no te he dado tributo en mucho tiempo, pero te pido por favor: cura a mi niño… permite que la luz de Raxa Caculha (El Rayo más Hermoso) quite el mal que tiene, y que se vuelva fuerte como U K’ux Kaj (El corazón del cielo)… te ofrezco el sacrificio que me pidas cuando me lo pidas, por la salud de mi hijito.”
Estaba terminando de hacer su oración cuando un rayo comenzó a iluminar intermitentemente, cruzando todo el cielo, desde Citlaltépetl (la montaña) hasta el mar perdiéndose en el horizonte, quedando sorprendido Tecpancatlzin, por el hecho, estremeciéndose al escuchar la atronadora voz del rayo que se escuchó por muchos segundos en intervalos donde los tronidos eran como explosiones de sonido en el cielo, creyendo escuchar una voz entre estos que le dijo: “Acepto.”
En eso su esposa Xóchitl María que se encontraba con el pequeño, le llamo asustada diciéndole:
-Tepa, vete pal pueblo pa que traigas al doctorcito, panchito se está poniendo mal otra vez…
-pero no tengo pa pagarle, el amo Don Gustavo me quito todo lo de la cosecha-
-pues ve con el doctor y habla con él, dile, pa que venga pa que cure nuestro niño, le pagamos con los animalitos que tenemos.
Tepa, pensándolo un momento, y viendo a ambos, le dijo a su mujer “tienes razón, iré pal pueblo para ver si el doctor viene ahorita pa que cure a “panchito”.
Era una noche lluviosa de Octubre. Era uno de esos días en que no se quiere salir, tecpancatlzin, viendo a su niño y a su esposa, escuchaba los truenos de los relámpagos que con mortífera luz entraban a la cabaña, tomando aire, le dijo a su mujer.
-Voy al pueblo por el doctor, espero que el gran dios Tajin-Aktsini me proteja y permita volver rápido con él.
Saliendo Tecpancatlzin, ya noche en medio de la tormenta sin una tea que le iluminara el camino (por la misma tormenta), camino al pueblo que se encontraba a unos tres kilómetros del jacal de él.
Tapándose lo más que pudo con el impermeable de Hoja de palma trenzada y su sombrero de igual material, se encamino en medio de la noche, apenas viendo por lo cerrado de la lluvia de la tormenta, fue avanzando hacia el pueblo, en busca del médico.
Avanzaba con cuidado por el camino de tierra que la lluvia había vuelto un barrizal, caminaba despacio entre la lluvia y la oscuridad que limitaban su visión.
Con su sombrero de paja, protegía su cabeza y evitaba qué el agua se le metiera en los ojos, con la luz que emitían los relámpagos podía ver por un momento el camino y darse una idea por donde andaba, se
asustaba por los tronidos que se escuchaban en el ambiente.
Tenía casi medio camino recorrido en medio de las parcelas solo la vereda despejada y las altas cañas de azúcar a ambos lados del camino volvían más obscura la noche, avanzaba con cuidado por el barro pensando en llegar al pueblo para ver al doctor, cuando un relámpago inusual, cruza el cielo iluminando por unos segundos tanto el cielo como el camino, mostrando a Tecpancatlzin donde se encontraba, creyó ver que a un lado del camino había alguien sentado en cuclillas viendo hacia el sembradío que se encontraba del otro lado del camino.
El fuerte sonido del trueno que se escuchó por el lugar lo asusto ya que parecía que el mundo se rompería por la fuerza de la naturaleza.
Dentro del sonido del aire rompiéndose ante la imponencia del relámpago, creyó escuchar una voz de alguien llamándole por la forma cariñosa que su madre y esposa le hablaban… “tepa… acércate”, por lo que se detuvo y volteando a todos lados no viendo a nadie más, solo a la persona que se encontraba a unos diez metros adelante, sentado en cuclillas en medio de la lluvia que caía, en la orilla del camino a un lado de las cañas de azúcar.
Al acercarse mas para pasar por ahí, limitando su vista a la luz de los rayos y relámpagos de la tormenta vio que era un anciano ataviado con vestimentas de manta y sombrero de paja, con recelo Tecpancatlzin se fue acercando poco a poco en medio del agua que caía a raudales porque la lluvia se había vuelto más fuerte, escurriendo por su impermeable y su sombrero, caminando despacio tratando de pasar inadvertido, creyendo que era algún demonio de los campos, o un alushe de la selva que le rodeaba y que desde niño le habían comentado para hacerle sentir miedo; lo trato de pasar sin mediarle palabra solo viéndole a la luz de los relámpagos que parecían durar más tiempo permitiendo a Tecpancatlzin verlo con más detalle, como si en ese momento el tiempo a su alrededor se volviera un poco más lento, solo por unos segundos, viendo su cabello cano, y adivinando su baja estatura, y una barba no muy poblada pero larga y cana, de pronto ante el trueno del relámpago que acababa de iluminar todo el campo, escucho mientras el anciano levanto la cabeza hacia el.
“A dónde vas, Tepa? Ya no crees en las raíces de tu pueblo?, ya no crees en mi?… que te tienes que rendir a lo que ellos han traído??” (Mientras señalaba hacia la villa).
Tepa, sintiéndose helado por lo que le decía el anciano dijo: ¿Qui-Quien eres tú?
“Yo soy tu dios, el dios de tus antepasados, el gran dios de la lluvia y el relámpago… YO SOY TAJIN-AKTSINI, a quien te has encomendado al salir de tu casa”
Tepa, al ver que los ojos del anciano tomaban un brillo verde esmeralda, al levantarse vio que era alguien muy pequeño, de apenas un poco más de un metro.
Tepa, creyendo que era una alucinación o un alushe, se burló del anciano –“alguien tan pequeño no puede ser el gran dios Tajin-Aktsini.
Por lo que el anciano enderezándose, dijo a tepa: “incrédulo mono” y tomando una estatura descomunal, de más de dos metros, quedando Tepa pequeño ante el dios.
Tajin-Aktsini, viéndole y mientras el anciano levanta los brazos, a la vez que varios relámpagos cruzan el firmamento y su potente y eléctrica voz hacen que el entorno se sienta cargado; el siente como las ondas de sonido lo presionan al golpear su ser sintiéndose insignificante ante el dios y la propia naturaleza; el tronido de la voz de estos ensordecían a Tecpancatlzin, quien tirándose de rodillas ante el dios dijo:
“mi dios… mi creador… perdona mi falta, voy con ellos porque tus sacerdotes no han podido curar a mi hijo, dicen que tu no quieres que se cure, pero yo lo quiero conmigo; no me lo quites mi dios”.
Tajin-Aktsini, volviendo a una estatura mas normal y tomando del impermeable a Tepa, le hizo levantarse.
“Dime, es lo que deseas? ya que he escuchado tu petición y promesa, asi que dime si es lo que quieres y te lo concederé, pero también tendrás que hacer un pago cuando te lo pida…” “tendrás que hacer un sacrificio por lo que recibas, estás dispuesto a todo por la salud de tu hijo?”.
Sin pensarlo respondió: “Si!… si mi dios. Estoy dispuesto a dar mi vida por el… lo que me pidas para que el este sano siempre, porque este a mi lado hasta mi muerte…”
El dios Tajin-Aktsini otra vez volviéndose el anciano que vio al inicio, de entre sus ropas saco un bulto entregándolo a Tepa quien al momento de tomarlo se agacho temeroso porque una serie de relámpagos comenzaron a sonar en el cielo a la vez que se veía como se iluminaba todo el campo donde se encontraban, tomando la bolsa de la mano de Tajin-Aktsini.
Mientras el dios le decía como le diera al niño lo que le estaba entregando, Tepa sintió un escalofrió porque el dios levantando el brazo al cielo la lluvia ceso de repente, escuchando que le decía el dios.
-Al tomar esto, aceptas el trato que te ofrezco, y tendrás que pagarme con lo que te pida cuando sea el momento; así que. Hombre de Barro; tómalo y regresa con tu hijo, prepara un té y dáselo antes que la tormenta termine.
Cayo un relámpago a unos metros de donde ellos estaban, generando un sonido ensordecedor, y una luz que hizo que tepa cerrara los ojos un momento, abriéndolos de nuevo vio que el anciano ya no estaba ahí, y que la lluvia volvía a caer a raudales, él tenía en su mano la bolsa de piel que le había entregado el dios, sin pensarlo regreso lo mas rapido que podia a su choza para hacer lo que el dios le había indicado.
Llegando dijo a su mujer que pusiera agua en la olla para que le prepararan la bebida a su hijo, y mientras le diría que es lo que paso, así que ella tomando agua en el guaje, puso la olla de barro en la lumbrera que tenían, echando el agua y dejando que hirviera para echar las hierbas que traía Tepa en la bolsa de piel, explicándole a ella lo que el dios le dijo.
Ella poniendo cara de incrédula le pregunto si estaba seguro que hubiera sido así o solo lo imagino, a lo que el viéndole con cara seria le dijo que sabía que el con las cosas de los dioses no jugaba…
Preparando un pequeño altar con los incensarios , colocando el copal que venía en la bolsa, hizo la ceremonia como el dios le indico, después de dar la poción al niño poco a poco, se quedaron dormidos sentados al lado del pequeño, acomodados a un costado del petate donde dormía el, así amaneció.
Por la mañana fueron despertados por el niño quien sonriendo y completamente sano, les dijo que salieran porque estaba haciendo mucho sol y tenía hambre; así que quería si podía Tepa llevarlo a cazar para comer un conejo o un pato.
Tepa, sorprendido, poniéndose de rodillas elevo los brazos al cielo y dijo: “Gracias mi gran dios Tajin-Aktsini, por devolverme a mi niño, estoy para lo que me pidas mi dios”.
las semanas pasaron y con ellas la cosecha, Tepa se dio cuenta que su siembra le dio mucho más de lo que siempre daba, y aun así, Don Gustavo Barca y de la Vega, le quito casi todo lo que cosecho, por lo que molesto dijo para sí:
“espero que te mueras don Gustavo, me has dejado sin nada para mi familia.”
Pero cuando Tepa estaba con su hijo y esposa haciendo el corte de la caña que les quedo de la cosecha, para llevarla a vender al mercado; se dio cuenta que salió más del doble de lo que esperaba lo que le daba un margen más grande de ganancia, agradeciendo una vez más al dios por ello, pensó en hacer un sacrificio de caña para su dios Tajin-Aktsini, así como ofrecerle un sacrificio de sangre con un pequeño cabrito que tenía para ello.
Escogió el dia para hacer el sacrificio y decidió hacerlo solo en medio del campo que sembraba, acomodando todo para ello así como llevando el pequeño cabrito al lugar, cuando tenía todo listo y estaba por hacer el sacrificio según sus costumbres antiguas, armando un altar con la caña de azúcar, haciendo oración en totonaco y procediendo a enterrar el cuchillo de obsidiana (guardado por sus ancestros desde hacía demasiadas generaciones) en el animal, escucho una voz que le dijo: “Detente… no quiero ni el sacrificio de azúcar ni la sangre del cabro”.
Volteando a donde venía la voz, quedando sorprendido porque se encontraba el anciano que le había dado la bolsa con la que curo a Francisco, colocándose de rodillas ante el dios y pegando la frente a la tierra a los pies de él, dijo:
-mi dios… mi creador y salvador, Gran dios Tajin-Aktsini, soy tu más fiel siervo y esto lo hago para agradecerte lo que has hecho por mi hijo y mi cosecha-
-levántate, no quiero ese sacrificio, es la temporada que mi corazón es fuerte, y deja te digo algo…
Decía esto mientras se acomodaba un lado de Tecpancatlzin, y continuo hablando mientras tomaba el bule en el que Tepa llevaba agua-miel para él, y daba un gran trago, continuando…
-pequeño mono, vienes de un linaje de sacerdotes de mi templo, en el Citlaltepetl; sabes lo que tienes que hacer porque lo traes en la sangre y las oraciones las conoces, porque te las enseñaron tus antiguos.
-sabes tú, porque los dioses pedimos en sacrificio la sangre de un hombre y que el corazón de este sacrificio sea entregado al fuego?
-no, mi dios; solo sé que era la forma en que se hacía por mis antiguos…-
-como dios, no poseo sangre en mi cuerpo (mientras hacía un corte en su brazo, viendo Tepa que solo salía agua de la herida)… para poder ser fuerte y estar aquí, tengo que recibir un sacrificio de sangre de parte de ustedes donde el sacrificado se vuelven uno conmigo en el espacio y el tiempo, y esa sangre me da la energía para sostener este cuerpo ya decrepito y débil, para estar entre ustedes, en ocasiones me puedo dar el lujo de escoger a quien quiero de sacrificio; como esta vez.
– te pedí que curaras a mi panchito y lo cumpliste.
-y tú me prometiste un sacrificio de lo que yo quisiera; casi es tiempo de pagar.
Tepa, quedándose pensando un momento vio al dios.
-mi dios, soy tu siervo y cumpliré mi palabra como te dije, dime que quieres y te lo entregare en esta tierra, porque así quede contigo, me has bendecido con la gracia de los dioses de mis ancestros.
Sonriendo mientras los ojos de Tajin-Aktsini se tornaban brillosos y de color verde esmeralda, le dijo: ven, sígueme; quiero enseñarte un lugar que no está lejos-
Caminaron por cerca de una hora, entre la selva, hasta que llegaron a un pequeño templo oculto por el tiempo y la propia selva, ahí Tajin-Aktsini, transformándose en su forma de dios, alto, mucho más alto que Tepa, quedando el a la altura de la boca del estómago ante el dios. Quien tenía un solo ojo en medio de la cara, colmillos en la boca que salían de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, el color de su piel se volvió de un azul-verdoso y esta se volvió escamosa como si fuera de serpiente, con sus cabellos desordenados y una sola pierna, un tocado en la cabeza de plumas de quetzal y relámpagos que brillaban y se movían alrededor de su cabeza, sus ojos de un verde esmeralda, y hablando que sin mover los labios Tepa le escuchaba en su cabeza.
-has prometido un sacrificio y es tiempo de que ese sacrificio lo realices aquí, en este altar que me dará la fuerza que necesito.
Tepa, sin terminar de salir de su asombro, con la rodilla clavada en la tierra, le dijo:
-Si mi dios dime a quien quieres de sacrificio, y lo traeré aquí para sacrificarlo para ti…
-ponte de pie, Hombre de Barro; como mi sacerdote, necesitas limpiar este altar y arreglar las cosas para que esté listo en la próxima luna llena, te diré mas adelante a quien deseo en sacrificio.
Procediendo a hacer caso a lo que su dios Tajin-Aktsini le mando, se puso en los días siguientes a limpiar el lugar del altar de sacrificios, para tenerlo listo para la luna llena que sería en unos días.
El día de luna llena escogido por el dios fue el día de nuestro señor de 20 de Marzo de 1700.
Por la tarde noche, que se encontraba de camino a la casa del hacendado, don Gustavo, para ver detalles de las tierras, de camino se encontró al anciano sentado a un lado del camino, por lo que poniendo una rodilla al suelo y quitándose el sombrero dijo:
-mi dios, mi creador, ya has visto que todo lo tengo listo para cuando quieras que te de la sangre de quien quieras.
-lo se Tepa, ha llegado el momento de pagar tu deuda conmigo y quiero que tomes este costal con las cosas que ocuparas y comiences a preparar todo para el sacrificio, ya que me siento débil, necesito la sangre y el corazón, la carne para que me cubra y la vitalidad de alguien para poder seguir aquí, y recuerda que si no cumples me llevare a tu hijo conmigo.
-dime mi dios a quien has escogido, para que se una a ti en la eternidad.
-aun no es el momento de que le conozcas, te lo diré en su momento, lo sabrás pronto así que regresa a tu casa y prepárate para hacer las cosas como te indique.
Así haciéndolo Tepa, se regresó a su choza, dejando a Don Gustavo esperándolo ya que le había mandado llamar, quien desesperado porque no llegaba, salió de la casa de la hacienda, y viendo a Jesús su capataz, dijo:
Jesús, llama un par de hombres y preparen todo, iremos por el indio para sacarlo de mis tierras.
Tepa llegando a su choza se quedó afuera porque entre los arboles vio que se encontraba una vez más el anciano, a quien se acercó, preguntando si ya sabía a quién quería. Contestando Tajin-Aktsini,
-yo te lo llevare allá, pero lleva a tu familia ya que seran necesarios.
Tecpancatlzin, contrariado porque creyó que iría solo a la ceremonia de sacrificio, acepto, y despacio se dirigió a su choza volteando reiteradamente con desconfianza hacia el dios, quien le sonreía haciéndole una seña con la mano de que avanzara.
Don Gustavo Barca y de la Vega, hacendado Catalán que había llegado a la villa hacía ya casi 15 años, por tener amistad con la corte cercana a la corona Española, se había apropiado y comprado tierras en todos los alrededores de la Villa Rica de la Vera Cruz, volviéndose alguien importante para la corona y en la región. Tenía fama de ser alguien despiadado cuando no le daban lo que le correspondía, y en esta ocasión solo por el hecho de que Tepa no fue con el cuándo lo llamo, decidió que lo echaría de las tierras que ya tenía sembradas y que se quedaría con la siembra y las volvería a rentar a alguien más, iba acompañado de tres de sus peones quienes llevaban mosquetes y espadas para la protección del hacendado, se estaba acercando al rancho de Tepa, cuando comenzó a caer una lluvia de mediana intensidad en la zona.
Tepa acompañado de su esposa y de su hijo cruzo la parte de sus tierras que le separaba de la vereda hacia el altar mostrado por Tajin-Aktsini, mientras la lluvia caía y el sol se terminaba de ocultar haciendo que las penumbras comenzaran a dominar todo en la región…
Don Gustavo, llegando a la choza de Tepa, dijo a sus hombres que lo sacaran arrastras del lugar, entrando tres de ellos, saliendo diciendo que no había nadie, en eso salió Tajin-Aktsini detrás de un árbol, viéndole Don Gustavo le pregunta: Donde está el maldito indio? Y si no me dices te mandare azotar por desobedecerme!
El anciano, sonriendo, dijo: Mi señor, Tecpancatlzin se dirige a una vieja construcción de su pueblo, y levantando el pequeño brazo señalo hacia la vereda, diciendo: por ahí se encuentra el camino, mientras se sentaba en una piedra.
Don Gustavo jalando la rienda de su caballo se detuvo porque el anciano le dijo: a caballo no podrán pasar tienen que ir caminando si lo quieren alcanzar…
Don Gustavo acostumbrado a hacer lo que quería solo mascullo, “ya lo veremos”.
Y trotando se acercaron al límite de la selva y el sembradío, teniendo que dejar los caballos, se comenzaron a adentrar en la vereda, mientras el anciano sonriendo desde la choza los veía, como se adentraban en la selva.
Tenían cerca de una hora de haber entrado a la selva y el guía que llevaba Don Gustavo, era el que viendo las huellas con la luz de la tea que encendieron antes de entrar les decía por dónde avanzar en la estrecha vereda olvidada por el tiempo y que en días anteriores volvía a tomar vida con el andar de Tepa y ahora de su familia y de los españoles.
Don Gustavo, Enojado porque siempre se salía con la suya, no permitiría que ese “indio” se saliera con la suya y haría un ejemplo con él para los demás…
Entre los arboles Tajin-Aktsini los miraba y en la mente del guía les decía por donde tenían que ir, mientras que Tepa y su familia ya habían llegado al antiguo altar y con ayuda de su esposa estaba sacando del saco las cosas que le entrego el anciano, comenzó a encender los incensarios y a acomodar las cosas así como a vestirse para la ocasión con un traje viejo de sacerdote que también le entrego el Dios personalmente y tenía guardado en el lugar.
Ya con todo listo, y en medio de una lluvia que amaino volviéndose solo una llovizna que no les molestaba apareció de entre los arboles el anciano que con paso cansino, se acercó al pequeño Francisco ante la mirada de Tepa y de su esposa Xóchitl María.
A un lado del pequeño Francisco, el anciano le pregunta si tiene miedo, el niño negando con la cabeza sonríe con él y le pregunta quién es y que hacen ahí, el anciano le dice:
“no tengas miedo pequeño Francisco, veras algunas cosas que te pueden causar miedo… pero no temas, aquí estoy yo que soy tu dios, Tajin-Aktsini, (mientras se presentaba con el niño, el cielo comenzó a tronar y algún que otro rayo o relámpago a cruzarlo), y necesito tomar mi cuerpo real que aunque no es grato, es mi cuerpo y necesito tenerlo, pero tu estate tranquilo”
Después de recibir un sí del pequeño, Tajin-Aktsini, se dirigió a Tepa, y sonriendo le pregunta:
Te encuentras listo? Gran hombre de barro, es tiempo…
Y caminado a paso lento acercándose al altar de sacrificios, colocando su mano izquierda, sobre la laja, camino despacio acariciando la piedra bellamente labrada con símbolos y glifos todos alrededor, llegando frente a Tecpancatlzin, sonriendo le dijo:
-es la hora, mi Tlatcán (sacerdote), mi pequeño hombre de barro… es tiempo de pagar.”
Don Gustavo y sus hombres se encontraban a un par de cientos de metros del altar, y el guía dijo: estamos cerca don Gustavo, allá adelante se ve que hay lumbre encendida.
Don Gustavo, sonriendo dijo: “quiero que lo agarren y que lo amarren nos lo llevaremos arrastrando desde aquí y con los caballos lo llevare hasta el pueblo donde lo colgare para que entiendan los demás que no deben querer hacer lo mismo de desobedecerme.”
El anciano levantando los brazos y diciendo unas palabras en legua que no entendieron ellos, se fue transformando en su verdadera esencia asustando a Xóchitl, por la forma grotesca del dios, y Tepa, se colocó de rodillas y ofreciendo el cuchillo de obsidiana al dios, escucho como el dios le hablaba en su cabeza, diciéndole:
“La ofrenda del sacrificio debe venir de la misma sangre que he curado, así que a quien se debe sacrificar es a tu esposa, Xóchitl. Es quien se unirá a mí en el Akapón (cielo) y su Cagzlni (sangre) me dará la fuerza vital para no perderme, su Nacú (corazón) en el fuego le dará fuerza a mi cuerpo.”
Tepa, contrariado, bajando el cuchillo despacio mientras volteaba con su esposa e hijo a verlos, dijo al dios:
Mi creador, mi dios, me dijiste que traerías a alguien para que este sacrificio se realizara, pero…
-Estas negando tu deuda??, te entregue lo que me pediste y prometiste hacer el sacrificio que deseara, y este es mi deseo. dijo el dios con una voz de trueno mientral el cielo respaldaba con relapagos y truenos de este que hacian que tepa se atemorizara.
Xóchitl, y Francisco sin entender lo que pasaba por no escuchar al dios, solo estarlo viendo, volteaban a ver a Tepa y al dios, ella asustada le habla a él, Tepa… que pasa, dime que pasa…
Tepa, levantándose y colocando el cuchillo en el altar, se dirigió a su esposa e hijo, y abrazándolos sin escuchar las palabras de ella preguntando qué pasaba, y su hijo se encontraba en un trance provocado por el dios, en que no veía lo que estaba pasando así que se encontraba tranquilo, Tepa, tomando de la mano a Xóchitl, le dijo: “Ven”. (Siguiendo las indicaciones del dios que solo el escuchaba) Tomo un pequeño guaje que venía en el saco, le dijo que bebiera, para que se calmara, ella confiando como siempre en su esposo, tomo el líquido del guaje, quedándose relajada ante los efectos casi inmediatos del brebaje que el dios a través de Tepa le dio.
Don Gustavo y sus hombres habían llegado a la orilla del altar y cubiertos por la vegetación, don Gustavo dijo a sus hombres que se quedaran quietos para ver lo que pasaba, todos con los mosquetes en a mano, esperando la orden de Don Gustavo para abrir fuego, y el mismo con su pistola de chispa lista, se quedaron a la espera de lo que pasaba en el lugar.
Tepa, con lágrimas en los ojos tomo a su esposa y la acomodo en el altar, ante la mirada perdida de su hijo, comenzó el ritual para el sacrificio haciendo las oraciones mientras con el cuchillo rasgaba el vestido de ella dejando su cuerpo al descubierto, preparando el cuchillo para hacer el sacrificio de su esposa para el gran dios y pagar la deuda, recordando en ese momento el como hizo su promesa al dios… {{ “Dime, es lo que deseas? ya que he escuchado tu petición y promesa, asi que pide lo que quieras y te lo concederé, pero también tendrás que hacer un pago cuando te lo pida…” “tendrás que hacer un sacrificio por lo que recibas, estás dispuesto a todo por la salud de tu hijo?”.
Sin pensarlo respondió: “Si!… si mi dios; estoy dispuesto a dar mi vida por el, lo que me pidas para que el este sano siempre, porque este a mi lado hasta mi muerte…”}}…
Tepa haciendo las oraciones del ritual, viendo que el fuego se encontrara en punto, a las espaldas de él, para una vez extraído el corazón lanzarlo al fuego para que el dios lo tomara de ahí, se colocó entre el fuego y el altar, haciendo las oraciones del ritual en totonaco, con lágrimas en los ojos, levantando el cuchillo de obsidiana para clavarlo en el pecho de su esposa, mientras decía “perdóname amor mío” ante la mirada de su gran dios Tajin-aktsini, que esperaba su pago por adoración y por el favor hecho a Tepa.
Los españoles a unos diez metros del altar estaban al pendiente de lo que pasaba, ellos no podían ver a Tajin-Aktsini, pero veían como Tepa, dio la bebida a su esposa, y como con cuidado la acomodo en el altar, se quedaron estupefactos ante la visión de Tepa avivando el fuego a un lado del altar así como colocando más copal en los incensarios, lo que comenzó a generar más humo de incienso en el área, la tenue llovizna, volvía mas tétrica la escena, después de esto los hombres de Don Gustavo querían entrar y tomarlo para llevárselo, pero él no se los permitía haciéndoles la seña que se callaran y vieran, viendo como Tepa colocándose entre el fuego y el altar, comenzando a cortar el vestido de su esposa, y como hablaba en totonaco con alguien pero ellos no veían a nadie, Don Gustavo no podía creer lo que estaba viendo, jamás pensó en ver un sacrificio en vivo, pero su creencia en la religión no le permitía dejar que esto sucediera, por lo que cuando vio que Tepa levanto el cuchillo arriba de su cabeza, y viendo que iba a asestar la puñalada en el pecho de la joven, Don Gustavo levanto su pistola y disparando hacia la figura obscura de Tepa delante del fuego, dando en el pecho, con una puntera que no llego a pensar tener.
Tepa, cegado por las lágrimas, con el cuchillo de obsidiana en lo alto se dispuso a cumplir clavándolo en el pecho, tomando fuerzas para clavarlo comenzando a bajar con fuerza el cuchillo, de pronto se escuchó un estruendo, sintiendo un dolor fuerte en el pecho, y volteando a la selva, alcanzo a ver la nube de humo que salía entre las plantas que rodeaban el altar, la sangre de él, cayó sobre el cuerpo de Xóchitl, así como en parte sobre el dios, tepa fue cayendo por el impulso del impacto en el pecho hacia atrás mientras el dios se sonreía ante lo que sucedía, Tecpancatlzin cayó sobre la base donde se encontraba a leña encendida encendiendo las prendas que traía así como el cuerpo de él, llenando el ambiente de olor a muerte.
Los españoles se apuraron a el lugar mientras uno de ellos revisaba el cuerpo de Tepa, viendo que este sonreía en medio de las lenguas de fuego que lo comenzaban a envolver y comer su cuerpo, el cuchillo de obsidiana, cayo un lado de la hornilla donde estaba el cuerpo de tepa, Jesús y el otro peón se pusieron a cubrir el cuerpo de Xóchitl que aún se encontraba bajo el efecto de la droga que el dios Tajin-Aktsini entrego a Tepa. Don Gustavo, se dirigió a con el niño que saliendo del trance comenzó a llamar a su mama, los peones la cubrieron con la ropa de Tepa que estaba ahí, y Don Gustavo por primera vez sintiendo lastima por el pequeño, dijo a sus hombres, este niño queda bajo mi protección, han escuchado, hay que llevarlos a su choza y esperar a mañana para ver qué es lo que ha pasado, sus tierras serán de ellos, no tiene la culpa de lo que su padre loco quiso hacer.
Los hombres se vieron entre ellos y volteando a ver a Don Gustavo, no daban crédito a que el dijera esto ya que solo sentía desprecio por los nativos, al parecer lo que vieron esa noche le cambio algo en el interior del viejo hacendado…
El gran dios Tajin-Aktsini, se encontraba disfrutando la esencia de la vida de Tepa, sacrificada en un ritual en su honor, viendo el cuerpo de Tecpancatlzin en las llamas, señalándole con la mano, dijo:
“Levántate mi Tlatcán… es hora que te unas a mí en la eternidad, tu sacrificio ha servido para darme vida a mí, y prosperidad a los tuyos.
Tecpancatlzin, levantándose sorprendido por estar en el fuego su espíritu dio un salto de miedo por las llamas, el dios sonriendo le dijo: “no temas hijo mío, nada te hará daño de hoy en adelante.”
Viendo lo que pasaba como era atendida su esposa y a don Gustavo con la pistola en el suelo, y abrazando a su hijo, escucho lo que el hombre dijo a los peones, pregunto qué es lo que pasaba, El dios tomándolo del brazo le dijo, “por tu sacrificio, has dado vida y fuerza a los tuyos.”
Vamos al ilhuicatliltic (paraíso celestial), es tiempo que te unas conmigo y con tus ancestros.
Retirándose del lugar los españoles con Xóchitl y el niño Francisco; Tecpancatlzin quedando junto con el dios Tajin-Aktsini, quien le dijo: es tiempo de partir… levantando los brazos al cielo estrellado y sin nubes, un relámpago bajo. El gran dios tomando la mano de su Tlatcán y montando el relámpago ascendió.
Tecpancatlzin volviéndose parte de la esencia del dios, se volvió uno con el gran dios de los huracanes y los relámpagos TAJIN-AKTSINI, en su viaje al Ilhuicatliltic (paraíso celestial).
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